La mansion

Exterior


Hall


Salon


Dormitorio

((continuación))

Pero al día siguiente no pude resistir y decidí volver a esa casa. Cuando me acercaba me daban esos cosquilleos en el estomago.
Cuando llegué a la casa vi a esa mujer tan hermosa. Me dio ese olor suyo. Vi que estaba metiendo unos muebles en el interior, estaba de mudanza, en ese momento supe que era esa enemiga publica que hablaban los chicos el otro dia.
En eso momento olisqueó el aire y me miro y me sonrió; entonces decidí acercarme y ayudarle.
No debía acercarme pero mi cuerpo y mi mente me obligaron a ir, tenia la sensación de que podiamos ser amigas. Entonces fui hacia ella.

Saludé a la extraña, sorprendida de que fuera como yo. Aún así, los recuerdos me seguían torturando, y compuse una mueca de dolor: ella me recordó a Polly, una amiga de los viejos tiempos.

Mientras me acercaba pensaba en mi famila pero pense que pasaba mucho tiempo con ellos
-¡Hola bienvenida! Me llamo Esme Cullen

-Soy Nellie Dillinger-mi voz sonó fría, sin emoción; estaba demasiado destrozada.

off: Nellie está completamente destrozada por la périda de John, de modo que no te esperes a unas castañuelas XD

- Hace unos dias pase por aqui y hoy he decidido saludarte, me a llamado la atención que seas como yo y que estes sola ¿que te trea por aqui?

-Estoy de paso-dije tranquilamente-Buscaba un sitio tranquilo sin fantasmas del pasado.

Escuchaba cada palabra suya con mucha atencion. ¿fantasmas del pasado? ¿a qué se referia?
Pensé en mi famila, no les iba hacer gracia que estuviera hablando con ella, la enemiga pública como la llamaban, pero queria seguir sabiendo mas de ella. En mi interior por muy estupido que pareciera sentia que podiamos llagar a ser amigas.
- Si parece ser que todos llegamos a este lugar para huir de algo.

En ese momento me quede encantada mirando esa casa tan bonita, que por dentro tendira que ser espectacular -¡que casa tan hermosa!- dije

Esbocé una mueca de dolor.
-Pero está vacía...-rememoré mis días de humana-No soy feliz desde hace medio siglo-suspiré finalmente-Me quitaron el motivo de mi existencia.
Me había sincerado.

-Yo tambien tuve un momento en mi vida triste por eso intente quitarme la vida
¿pero que haces Esme? me dije, ¿como podria contarle esas cosas a una desconociada?...pero no podia parar algo en mi interior me decia que ella no me iba hacer nada
-pero conocí a mi marido que me dio una segunda vida, pero ahora estoy un poco triste
No queria hablar y me desvié del tema
-Si quieres te puedo ayudar con la mudanza tengo mucho tiempo de sobra- reí

-Ya-dije-precisamente el tiempo es algo que tenemos a manos llenas...-suspiré-Lamento ser tan deprimente, pero llevo años deseando morir. Verás, yo estaba casada, y adoraba a mi marido. Y cuando aquel día murió en mis brazos durante aquel tiroteo...-sollocé sin lágrimas-Me volví loca. Creo que ni siquiera ahora sigo cuerda; vivo en el pasado más que en el presente.
Entré en la casa, y esperé a que ella entrase. Le había dicho bastantes cosas a una extraña, pero me inspiraba confianza. Estaba soportando aquella carga yo sola desde hacía muchos años, y necesitaba una amiga con quien desahogarme. Me recriminé por comportarme como una pompa fúnebre.
-¿Quieres ver el resto de la casa? Realmente es muy bonito.

-Claro me encantaria!
Me invito a entrar a la casa y yo acepte encantada, queria saber mas sobre ella. Estaba tan agusto con ella me inspiraba tranquilidad.
Entramos a un gran vestibulo preciosa con una grandisima escalera en medio, me quedé petrificada.
-¡Valla! Desde fuera no te imaginas que hubiera sido asi por dentro. ¡Que bonita! Y que grande, ¿no te vas a angustiar con tanto espacio?

-Estoy acostumbrada a las casas grandes-respondí-Además, la mansión estaba apartada del pueblo, que era justo lo que quería. Tendré que acercarme de vez en cuando a comprar "comida", pero por lo demás, dudo que me veáis mucho por Forks. No quiero... llamar la atención, no se si me entiendes.

-Si te entiendo. Mi famila y yo si que nos movemos mas por Forks pero tampoco nos gusta llamar mucho la atención, no queremos que nos decubran ya me entiendes. Si quieres un dia te podria enseñar mi casa- cuando dije eso me mordi la lengua, la habia invitado sin contar con mi familia. Pensé en Aliceque podria ver esto.
Cambié de conversación- Mi familia y yo también vamos a buscar comida, hacemos muchas excursiones

Solté una amarga carcajada.
-Tengo la sensación de que podrías entender mi... costumbre. Me gustaría contarte lo que me ha conducido a ser esta persona amargada y destrozada; nunca se lo he dicho a nadie. Pero me inspiras confianza.
La guié hacia el salón.

-Tu también me inspiras confianza por eso estoy aquí
La seguí hacía un salón grande con unas cortinas rosadas y todo era muy clasico
-Tienes muy buen gusto- le dije
Nos sentamos en unas sillas de otro siglo, eran muy bonitas. Aquella mujer llamada Nellie que para mi familia era como enemiga pública, empezó abrirme su corazón.

"Nací un lluvioso día en Londres, en 1908. Mi familia era de clase media, aunque no gozábamos de muchos privilegios económicos.
Mi nombre en aquella época era Eleanor Isabelle Bennet, Nellie para los amigos. No era una persona especialmente solitaria, pero en ocasiones, amaba la tranquilidad de estar sin nadie a mi alrededor y poder pensar en mis cosas.
Cuando cumplí 10 años, había rumores de guerra en el aire. Mi familia no se lo pensó dos veces, y decideron probar suerte al otro lado del Atlántico, en América. No perdíamos nada, de tal modo que embarcamos lo antes posible.
Mis primeros años en América los recuerdo algo borrosos. Vivíamos en Nueva York, en un pisito en Brooklyn. Mi padre consiguió trabajo en un bar, y con su sueldo pudieron permitirse el enviarme a la escuela. Destaqué en el campo de la música; demostré una gran habilidad para tocar el violín. Era tal mi soltura con el instrumento, que me concedieron una beca para irme a estudiar música a la Univerdidad de Chicago.
Mis padres no estaban muy contentos con la idea de que yo me marchase a un estado tan alejado, pero conseguí convencerlos prometiéndoles que, una vez que tuviera la carrera sacada, volvería con ellos.
Chicago era una ciudad peligrosa en aquellos tiempos. Desde que Al Capone se instaló en aquella metrópoli, los gángsters iban y venían a sus anchas por la zona. Recuerdo que la gente iba apresurada por la calle, como si temiese que les pudiera pasar algo si sus pies se movieran a un ritmo más lento.
Conseguí un trabajo en un club como violinista y cantante; no me pagaban mal. Una noche, me fijé en que un hombre me miraba con un notable interés. No le presté más atención que a un copo de nieve especialmente bonito, pero a la noche siguiente, volvía a estar ahí, y a la otra, y a la otra...
A la semana de aquel primer vistazo, me empezaron a llegar ramos de flores a mi nombre. Estaba totalmente segura de que era aquel extraño el que me los enviaba. Finalmente, una noche se acercó para presentarse y hablar algo conmigo. Cuando me dijo su nombre, me quedé helada: era John Dillinger, un conocido ladrón de bancos. Aún así, mi sorpresa era mayor que mi miedo; se estaba comportando como un caballero conmigo, no tenía motivos para mostrarme recelosa.
Al día siguiente, me invitó a cenar. Estaba muerta de verguenza mientras él me contaba cosas sobre sí mismo; creo que mis mejillas eran del mismo tono carmesí que el vestido que llevaba esa noche. En un momento dado, me preguntó si estaba de paso o vivía en la ciudad de forma fija. Yo contesté que estaría por Chicago hasta que consiguiera el graduado en la Universidad. Esbozó una mueca y, mirándome a los ojos, me dijo:
"No voy a dejarte escapar. Quiero que estés conmigo para siempre, no pienso dejarte plantada". Y me besó.
Cuando acabamos de cenar, no volví a mi apartamento, fui directamente al suyo. Jamás olvidaré lo ocurrido aquella noche: sus besos, sus caricias, su cálida piel... me hizo sentir como nadie lo había hecho nunca. Justo antes de que el sueño me venciera, supe que jamás volvería a Nueva York. Me quedaría a su lado para siempre.
Nos casamos unas tres semanas después. Se que suena algo precipitado, pero él tenía prisa; los gángsters viven cada día como si fuera el último. Me ofreció cantidades ilimitadas de dinero, algo que jamás yo había tenido, para que consiguiera el vestido y todo lo demás. No tenía reparos en darme cualquier capricho que yo quisiera. Por ejemplo, un día me regaló un abrigo nuevo, debido a que la noche antes yo me había quejado de que el mío tenía un botón descosido.
La boda fue bastante íntima: los miembros de su banda, algunos amigos y nosotros, Envié una invitación a mis padres, pero ellos se negaron a venir una vez que supieron con quien me casaba. No volvieron a dirigrime la palabra, pero no me importó: yo era feliz con John, y él lo era conmigo.
Al tiempo, yo misma me hice gángster y entré en su banda. John se enorgullecía de mi habilidad para disparar, y no dejaba de alardear de que tenía a la mejor pistolera del medio oeste. Éramos los dueños de Indiana e Illinois, temidos y conocidos en todo el país. Yo me creía vivir un sueño, por primera vez me sentía completa.
Pero todo tuvo un final. El 22 de julio de 1934, decidimos ir a un cine de Chicago, el Biograph, a ver una película de Clarck Gable llamada "Manhattan Melodrama". A la salida del cine, escuchamos algo de revuelo, y aparecieron varios policías con pistolas, a punto de dispararnos. John me dio un rápido beso y me empujó contra la multitud, para salvarme la vida. Me abrí paso hacia él, cuando escuché un disparo y lo ví caer al suelo, con un disparo en el pecho. Corrí a su lado, y lo sostuve en mis brazos, suplicándole que luchase. Me miró por última vez y susurró mi nombre. No dijo nada más.
El dolor me cegó. Avancé a trompicones hasta una barbería cercana, tomé una navaja y me corté el cuello. Me negaba a seguir viviendo.
Entonces todo se volvió borroso. Unos brazos fríos me cogieron y me llevaron casi volando hasta algún sitio. Me creía muerta. Entonces, un dolor ardiente empezó a subirme desde el pecho, hasta extenderse por todo mi cuerpo. Pedí a gritos la muerte, pero esta no llegaba. Cuando desperté, una muchacha algo estrafalaria me explicó que me había salvado la vida; convirtiéndome en vampiro.
No pude soportar esta existencia. Quería morir para encontrarme con John, pero no había manera. Me limité a existir. Volví a Chicago unos 50 años después de aquel día, y retomé mis actividades como gángster. En venganza, mataba a todos los federales que se cruzaban en mi camino... y así hasta el día de hoy."

Me quede petrificada al oir su historia. Mi soledad y mis preocupaciones al lado de su historia no eran nada. Dentro de mi podia sentir su sufrimiento y solo pensaba en Carlisle, no queria imaginarme si eso le hubiera ocurrido a él.
- Siento todo lo que te a pasado, de veras. Yo también tengo un pasado duro. Me casé pero no fuí feliz. Tuve un bebé pero a los pocos dias.... -no quise recordarlo tanto-...murió y decidí suicidarme.
Dejé de hablar no queria que se sintiera mal, mis problemas no eran para tanto, pensé
-He sido un poco tonta al pensar que mis problemas eran para tanto, pero me siento mal no e pensado en mi familia, en mis hijos maravillosos y en mi querido marido que si no hubiera sido por el ahora no estaria aqui. Te entiendo mas de lo que piensas, Carlisle es los que mas quiero en este mundo y si...-no queira pensar en eso- ...y si le ocurriera lo mismo que a Jonh también actuaria como tú.

No se porqué pero en mi interior algo me decía que Nellie no era tan mala y algún dia podria cambiar.

-Lo peor fue el choque: un día lo tenía todo;al otro nada. Realmente fue un mal trago. Así estoy, llena de amargura... soy peor que un trozo de chocolate negro-reí.

No reimos mucho, era muy divertida pero se notaba que la tristeza la llevava por dentro.
En ese momento me sonó el telefono, era Carlisle, me asustaba el que podria decirme
-Hola mi amor. Sí.....vale de acuerdo...ire para casa.
No me lo podia creer, ya habian echo un plan, buscaban a Nellie. Intente disimular no queria que se diera cuanta. Solo espero que al venir aqui no me hallan seguido.
-Bueno Nellie me tengo que ir. Me a encantado conocerte y espero seguir haciendolo.

-Igualmente Esme. Gracias por escucharme.
La acompañé hacia la puerta.
-Por cierto, conocí a una humana llamada Bella, creo que vosotros debéis de conocerla también-recordé su olor a vampiro-Dile que no tengo nada en su contra, por favor.

Me quedé sin habla al oir a en los labios de Nellie el nombre de Bella.
-Si, esta con mi hijo Edward, es como de la familia, como mi propia hija. Pero pronto sera como nosotros -Se lo tenia que decir aunque sabia que no le iba hacer nada, quiera dejar claro que Bella era nuestra.
-Bueno Nellie espero verte pronto. Cuidate
Le queira dar un abrazo pero creo que no era el momento, poco a poco. Pensé en Carlisle, tenia que esperar, antes tenia que ir a casa de Bella.

Me despedí y regresé dentro de la casa, de nuevo a lidiar con mis recuerdos.

Llegamos a casa de Nellie, pero ni siquiera me paré a contemplar aquella mansión. Sólo observaba a mi esposa.
-Nellie, cariño...te he echado mucho de menos. Creo que deberíamos celebrar nuestro reencuentro... Ya sabes...

-Ahora mismo no-dije mientras caminaba de un lado a otro pensando en lo sucedido-Tengo demasiadas cosas en la cabeza.